viernes, 25 de febrero de 2011

Decrecimiento (publicado en Diario de Navarra)

Con este título se presentó una conferencia en el Colegio Mayor Larraona del profesor de Economía francés Serge Latouche, publicada en Diario de Navarra. Sinceramente no creo que haya casi nadie que se los crea, pero por si acaso hay algún despistado, creo que debo rebatir algunas de sus opiniones (las cuáles no tienen desperdicio) con argumentos. El septuagenario francés se despachó con sentencias anacrónicas tales como “Cada vez hay más habitantes en el planeta a la vez que disminuyen los recursos”. ¿Resucitando a Thomas Malthus (1766-1834)? Las ideas de este famoso demógrafo inglés ya fueron superadas al quedar anuladas por la evidencia de que sus predicciones catastróficas fallaron. La catástrofe maltusiana proponía que al crecer la población mucho más rápido (geométricamente) que los alimentos (aritméticamente) a largo plazo morirían millones de personas de hambre. Obviamente, ésto no sucedió. La causa principal fue que la Revolución Industrial introdujo mejoras en la agricultura y demás sectores económicos, que produjeron alimentos y productos crecientes exponencialmente.

Otra perla intelectual fue afirmar que “Si vivimos a este ritmo es porque África lo permite. (…) Y Producir cerca de donde se vive y de forma ecológica para evitar que por cualquier puesto fronterizo entre España y Francia circulen hasta 4.000 camiones a la semana con tomates de Andalucía cruzándose con tomates holandeses”. No le gusta el trasiego de tomates españoles y holandeses por su Francia natal. Otro revival proteccionista. No sé por qué me viene a la mente aquellos años de camiones quemados en nuestra frontera norte. ¿No será que África no se desarrolla más por los aranceles proteccionistas que ponemos a sus productos? El tercer mundo puede vendernos tomates (la tecnología la vende Alemania y Japón) o productos básicos en general. Si dificultamos que nos vendan y no queremos que se suban a nuestro primer mundo, sólo les queda jugarse la vida en la patera.

“La gente feliz no suele consumir” Habló sobre los estados de infelicidad provocados por la frustración de querer lo que no tenemos. Y lo enlazó con la terrorífica afirmación “hemos detectado un aumento de suicidios en Francia en niños”. El Doctor en Psicología Richard Wiseman ha demostrado científicamente que las personas materialistas tienen su origen en un déficit de autoestima en la infancia. Es decir, que el materialismo consumista es la consecuencia y no la causa.

Quizás la afirmación más grave esté en el desprecio al crecimiento económico. Vivir con un 15 por ciento menos, en nuestra sociedad opulenta, como me decía la semana pasada mi amigo Ricardo, no es para cortarse las venas. Y quizás tenga razón, pues no se va a morir de hambre por ello. Pero la cosa cambia drásticamente si analizamos las consecuencias del crecimiento a largo plazo. Pequeñas diferencias en la tasa de crecimiento, sostenidas durante largos periodos de tiempo dan lugar a escenarios futuros completamente distintos. Me explico: Los Estados Unidos pasaron de tener una PIB per cápita de 2.244 $ en 1870 a 18.258 $ en 1990 (ambas cifras en dólares reales de 1985), llegando a ser el país más próspero del mundo. Lo que supone un crecimiento anual del 1,75%. Si el crecimiento hubiera sido del 0,75% la cosa hubiera cambiado ostensiblemente pues el PIB per cápita sería de 5.519 $, menos de una tercera parte. Estarían a la altura económica de países como Hungría o México. Tasas de crecimiento del 2,75% las mantuvieron en el mismo periodo países como Japón o Taiwan. Pasaron de sociedades autárquicas y rurales a encabezar el ranking de prosperidad mundial. Crecer al 1,75 % ó al 0,75% parece poca cosa, pero en una centuria provoca que nuestros hijos o nietos vayan a ser ricos o pobres. Puedo entender que el Sr. Latouche quiera decidir cambiar de vida. Tiene la libertad para ser feliz, si así lo desea, recorriendo el mundo descalzo con un perro y una flauta. Pero lo que no le permito es que quiera condenar a las generaciones futuras a vivir en la miseria. Si mis nietos son pobres no podrán decidir si quieren elegir entre ser hijos del capitalismo o bohemios trotamundos.

Carlos Medrano es Licenciado en Economía
http://economiapoliticaymas.blogspot.com/

7 comentarios:

  1. Estimado Carlos
    gracias por su visión sobre el decrecimiento. Ciertamente aporta no un grano si no un camión entero de arena para un cambio honesto y justo en el mundo.

    Leo con estupor su artículo y no puedo sino fijarme en el lenguaje despectivo que utiliza para definir al Sr Latouche. La descalificación y la burla son sin duda tu especialidad.

    Me pregunto donde tiene invertidos sus ahorros, tal vez en banca cívica, paradigma de la conciencia, o tal vez has preferido invertir en armas como muchos ya que suele ser mucho mas rentable para poder mantenerse donde está. Comercio justo, desarrollo sostenible, ddhh y justicia no son cosas propias del ser humano, y por supuesto no de usted, a la vista está, pero afortunadamente, son valores que guían en la medida de lo posible los pasos de unos pocos. esperemos que la cifra vaya creciendo y que la sociedad en la medida de lo posible obvie sus palabras

    Desgraciadamente es usted el representante de esta sociedad capitalista que basa su desarrollo en el subdesarrollo de los demás. Menos mal que muchos pensamos diferente y si bien no estamos libres de responsabilidad y creemos ciertamente que es utópico pensar que esto cambiará, nuestro hijos llevarán menos carga a sus espaldas, menos responsabilidad de contribuir a la miseria, la muerte y la destrucción de los mundos de otros.

    Si cree que 1/6 de la población vive de las 5/6 partes restantes está bien y que muchos de esas 5/6 vivan bajo el nivel de pobreza no es asunto suyo ni es de tu responsabilidad está bien, que le vamos a hacer pero no le quepa la menor duda de que la fortaleza Europa solo podrá mantenerse a base de armas y abusos para que usted y su familia puedan disfrutar de un futuro mucho más cierto.

    Y por hacer un ejercicio de plagio de su estilo..... esta bien que un encorbatado engominado, con un enorme parecido a un Sr que trabajaba en Banesto y que no le fué del todo bien, que vive en la opulencia a juzgar por esos quilillos de más y los cargos de altos vuelos en el entorno económico de Navarra, disfrute de los beneficios de haber podido estudiar una carrera gracias a los impuestos de todos y que valore tan positivamente el exigir una revisión de nuestra actitud para con el mundo. Está claro que el hombre es un lobo para el hombre y usted es su mejor exponente.

    Saludos y de nuevo gracias

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  2. Sr. Anónimo: Lamento que use este foro para insultar y despreciar subjetivamente a mi persona. Hace mención a descalificaciones personales de cosas que se imagina, pues no me conoce. Y no veo en su comentario ningún dato o argumento que sirva para mostrar que me he equivocado en mi artículo. Es una pena. No ofende quien quiere sino quien puede.

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  3. Contestación de mi exprofesor de Historia de la Economía D. Alejandor Arizkun Cela en Diario de Noticias http://www.noticiasdenavarra.com/2011/03/11/opinion/colaboracion/decrecimiento-economico-una-esperanza-para-la-humanidad

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  4. "El Artículo Inicial" de Diario de Navarra sobre la conferencia del Sr. Latouche líder del Decrecimiento Económico: Nacido en Vannes (Francia) hace 70 años, ante un público que le escuchaba sentado hasta en los pasillos de acceso al salón de actos del Colegio Mayor Larraona de Pamplona, subrayaba ayer noche que el actual ritmo de crecimiento económico mundial es tan insostenible como el deterioro y la falta de recursos en el planeta.
    Invitado por el colectivo Dale Vuelta-Bira Beste Aldera, y bajo el título de su conferencia El decrecimiento, ¿una alternativa al capitalismo? , reclamó que la sociedad establezca una autolimitación de su consumo y de la explotación medioambiental. Desde su punto de vista no se trata de plantear una involución sino acoplar la velocidad de gasto de los recursos naturales con su regeneración.
    Especialista en relaciones económicas Norte / Sur, premio europeo Amalfi de sociología y ciencias sociales, su movimiento decrecentista, nacido en los años 70 y extendido en Francia, defiende la sobriedad en la vida y la preservación de los recursos naturales antes de su agotamiento. A su juicio, si el decrecimiento no es controlado "el decrecimiento que ya estamos experimentando" será consecuencia del hundimiento de una forma de capitalismo insostenible, y además será desmesurado y traumático.
    Una bomba semántica. Afirma Serge Latouche que el término decrecimiento es un eslogan, "una bomba semántica provocada para contrarrestar la intoxicación del llamado desarrollo sostenible", una forma de pensamiento, la sostenibilidad, extendida por el economicismo liberal de los años ochenta, y que propicia pagar por todo, "por ejemplo, en el caso del trigo, obliga a pagar por los excedentes, por su almacenamiento y también hay que pagar por destruir los sobrantes". "Deberíamos hablar de A-crecimiento", dijo como una invitación hacia la reflexión sobre nuestro estilo de vida, incluso sobre la exhibición de los superfluo y el enriquecimiento desmesurado.
    Desde su punto de vista "vivimos fagotizados por la economía de la acumulación que conlleva a la frustración y a querer lo que no tenemos y ni necesitamos", lo cual, afirma, conduce a estados de infelicidad. "Hemos detectado un aumento de suicidios en Francia en niños", agregó, para aludir más adelante a la concesión por parte de los bancos de créditos al consumo a personas sin sueldo y patrimonio como sucedió en Estados Unidos en el inicio de la crisis económica mundial. Para el profesor Latouche, "la gente feliz no suele consumir".
    Sus números como economista aseguran que le dan la razón: cada año hay más habitantes en el planeta a la vez que disminuyen los recursos, sin olvidar que consumir significa producir residuos y que el impacto ambiental de un español equivale a 2,2 hectáreas, y que cada año se consumen 15 millones de hectáreas de bosque "esenciales para la vida". "Y si vivimos a este ritmo es porque África lo permite", subrayó. Para el profesor Latouche, cual cualquier tipo de escasez, alimentaria o de petróleo, conducirá a la pobreza de la mayoría y al mayor enriquecimiento de las minorías representadas en la grandes compañías petroleras o agroalimentarias.
    Trabajar menos y producir de forma inteligente. Tachado por sus detractores de ingenuo, postuló trabajar menos y repartir el empleo, pero trabajar menos para vivir y cultivar más la vida, insistió. Desde un proyecto que calificó como "ecosocialista", además de consumir menos, la sociedad debería consumir mejor, para lo cual propuso producir cerca de donde se vive y de forma ecológica para evitar que por cualquier puesto fronterizo entre España y Francia circulen hasta 4.000 camiones a la semana "con tomates de Andalucía cruzándose con tomates holandeses". Finalizó con una alabanza al estoicismo representado en España por Séneca: "No se obtiene la felicidad si no podemos limitar nuestros deseos y necesidades".

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  6. Respuesta en el Diario de Navarra el 20 de marzo de 2011. Me dispongo a contra argumentar algunas críticas a mi artículo sobre el Decrecimiento Económico, expuestas por mi exprofesor de Historia de la Economía D. Alejandro Arizkun Cela. Afirmaba que “el incremento de la productividad se ha apoyado en aumentos espectaculares de la energía utilizada” La productividad se ha visto favorecida por energía abundante y barata, pero si el crecimiento dependiera exclusivamente de este factor, países como Rusia, Venezuela o los Árabes serían el mayor exponente de crecimiento mundial. La economía crece, básicamente, por tres efectos: Porque los trabajadores tienen más capital (máquinas, instrumentos, etc.) con los que trabajar. En segundo lugar porque tienen una mayor formación que los hace más productivos. Y el tercer elemento es el progreso tecnológico (Bill Gates y compañía). No soy ajeno a la preocupación por la contaminación de nuestro planeta. Los fracasos del mercado deben ser corregidos por el Estado. La polución es uno de ellos. Como las ganancias de contaminar se las queda el empresario y la contaminación nos la repartimos entre todos, hay demasiados incentivos para contaminar. Las fábricas que contaminan deben ser desincentivadas mediante impuestos para que abandonen la tecnología antigua. El gravamen debe compensar el mal hecho y además debe alentar al empresario a cambiar la tecnología contaminante por otra limpia.
    En mi anterior artículo no dije que quisiera que mis hijos fueran ricos (cosa que no me importaría). Lo que afirmaba es que, con las políticas de decrecimiento es seguro que ellos y mis nietos serán pobres. Y claro, los pobres no tienen la libertad de elegir qué quieren hacer con sus vidas. Bastante tienen con sobrevivir. Los pobres carecen de libertad de elección.
    En Azagra, mi pueblo, estarían encantados de que se prohibiera la circulación de tomates (por cierto, son una maravilla). De esa forma tendrían, junto con otros pueblos productores, el monopolio de la venta de tan preciado manjar. La pega la tendrían los consumidores, pues el descenso de competencia en el mercado de tomates provocaría una subida, inmediata, de los precios del encarnado manjar. Si el transporte de tomates contamina, que le pongan un impuesto al emponzoñador. Si los tomateros viven protegidos por el estado, el cuál frena la competencia, no tendrán incentivos para cambiar nada, y serán más ineficientes que si tienen competencia. Además, cerrar el primer mundo a los tomates del tercer mundo (u otras mercancías sencillas como la textil) hace que los condenemos a la miseria. Si les contamos a los tomateros africanos las teorías del decrecimiento nos dirán que vayamos a predicar al desierto del Sahara. En los años sesenta hablar de pobreza era sinónimo de hablar de Asia. La introducción de economías de mercado y la iniciativa privada en países como China, India, Corea del Sur, Tailandia, Malasia, etc. ha provocado uno de los mayores progresos económicos y sociales de la humanidad. Solo en China más de 400 millones de personas han superado el umbral de pobreza durante este periodo. (sigue)

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  7. (sigue) Sobre las diferencias de renta: tengo que decirle que no soy envidioso de los bienes de mis vecinos. Cuanto más tengan, mejor para ellos.
    Aboga por la felicidad de tener más tiempo libre o incluso dedicarse a no hacer nada. “Dolce far niente”, dicen los italianos. Podemos traducirlo como “dulce ociosidad”. Esta bella frase italiana se torna extremadamente amarga para los parados que necesitan que nuestra economía crezca por encima del 3% para que se genere empleo. Porque ya me dirá cómo va a solucionar el paro la teoría del decrecimiento. ¿Qué salida les queda?, ¿Emigrar? Desde el confort que da una plaza de funcionario es fácil caer en la tentación de filosofar sobre un sistema, como el decrecimiento económico, que no se ha implantado en ningún país civilizado.
    Me ha gustado la cita del economista británico Kenneth Boulding, yo aporto otra de D. Xavier Sala i Martín, catedrático de Economía de la Universidad de Columbia “Averiguar qué es lo que permite que un país crezca, salga de la pobreza y sea rico es la cuestión más importante del mundo, porque afecta a las vidas y bienestar de miles de millones de seres humanos”.

    Carlos Medrano Sola es Licenciado en Economía
    http://economiapoliticaymas.blogspot.com

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