viernes, 24 de diciembre de 2010

Competitividad y Estado (Diario de Navarra 24 de diciembre de 2010)

Pensaba escribir unas líneas sobre la buena noticia de la tímida apertura de Cuba al libre mercado. Los cubanos abren la puerta a nuevas formas de gestión no estatal, es decir, que para solucionar su grave crisis económica se van a hacer un poco capitalistas. Pero creo que debo mirar en casa antes de cruzar el charco. Estamos asistiendo estos días a un debate sobre el papel del estado o los gobiernos en el crecimiento económico y las empresas de futuro. Causaron cierta polémica las afirmaciones de D. Emilio Huerta, catedrático de organización de empresas de la UPNa, a cerca de lo arriesgado de prescribir desde el gobierno cuáles van a ser los sectores de futuro y la competitividad de las empresas.

Primero de todo, debemos estar de acuerdo en que nadie puede predecir el futuro. (Rappel no secundará mis palabras). Que no lo sepamos no quiere decir que no debamos prospectar cuales van a ser las principales tendencias a medio y largo plazo. Pero siempre teniendo en cuenta que las previsiones son solo eso, previsiones. No se puede conducir un coche mirando solo por el retrovisor. Que una empresa sea innovadora o pertenezca a un sector innovador no significa que vaya a tener un mejor desempeño que otra empresa en un sector maduro. Es mejor un equipo excelente para implantar una idea mediocre que una idea genial en un equipo mediocre. El equipo mediocre conseguirá resultados flojos por muy buena que sea la idea. Pero el equipo excelente logrará mejorar la idea y prosperarán. Como decía un profesor de innovación La docena de ideas vale a 10 céntimos, pero los que son capaces de implementarlas valen su peso en oro.

El profesor D. Mauro Guillén afirmaba en Diario de Navarra que California se percibe como la cuna de la innovación tecnológica con sectores famosos como Silicon Valley, Internet, la industria aeroespacial, etc. Pero el sector más importante de la economía californiana y de altísima tecnología es la agricultura. ¡Menuda sorpresa¡. Primero que la agricultura, que aquí la tenemos por un sector menor y sin glamour, es el más importante y además altamente innovador. ¿Se puede innovar en sectores tradicionales? No es que se pueda, es que se debe. Y sino que se lo pregunten a Amancio Ortega cómo ha conseguido triunfar internacionalmente en el mercado textil. Además, D. Mauro Guillén nos alerta de que los llamados sectores de futuro (biotecnología, coche eléctrico,…) “no podrán suponer más allá del 10% de la economía y no podrán tirar del resto”.

El profesor Huerta afirma que el éxito empresarial estriba de la adecuada combinación del atractivo futuro del negocio y la posición competitiva de la empresa. Es decir, que no vale solo con subirse al sector de moda. Además hay que competir. Y es en el mercado competitivo donde las empresas evolucionan, se hacen más fuertes, más dinámicas, más estilizadas,… o desaparecen. Como dijo el filosofo Nicolás Gómez Dávila, considero que “Entre adversarios inteligentes existe una secreta simpatía, ya que todos debemos nuestra inteligencia y nuestras virtudes a las de nuestro enemigo”.

Y volviendo a los cubanos animarles. Debemos animarles a que sigan por el camino de la Libertad. Ese ideal inalcanzable que les traerá la prosperidad que tanto necesitan. Si no lo tienen claro que miren el ejemplo de sus camaradas ideológicos los chinos. Desde 1978 unos 400 millones de ciudadanos chinos han dejado de ser pobres. Sus gobernantes presumen del “milagro” sustentándolo en varios pilares. La apertura de sus mercados al exterior (exportando productos basados en mano de obra barata e importando tecnología). Las reformas se han hecho desde dentro, sin imposición de ningún organismo internacional. Reformas que han introducido lentamente; primero probándolas en una región y aplicándolas al resto del país, solo si funcionaban. E inventando el socialismo de mercado, que explican como la introducción de la economía de mercado respetando la armonía social, es decir, reduciendo las desigualdades entre personas, regiones, etnias y sexos. En resumen, introducción gradual de mercados y apertura a las fuerzas de la globalización. Así pues, ¡Viva Cuba Libre¡.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El valor real del dinero (Diario de Navarra 8 de diciembre de 2010)

¿No habíamos dejado atrás, en primavera, el problema de la deuda? Hemos vivido un "deja vu" con cambio de protagonista. Antes fue Grecia y ahora Irlanda, pero la solución a aplicar vuelve a ser la misma: darle a la máquina de hacer dinero y tapar con masa monetaria los desaguisados fiscales. Pero por más dinero que inyectan, no consiguen calmar el hambre de estos enormes e insaciables agujeros financieros. Recuerdan a los agujeros negros interestelares. Salvar a un sector tan apalancado como el bancario es como cruzar un río de aguas turbulentas. Su opacidad nos puede hundir hasta el cuello. El apalancamiento lo explica muy bien Eric Cantona, el ex jugador de futbol, en la "revolución" que había propuesto para ayer, y que tuvo un escaso seguimiento. El ariete franco inglés proponía que si todos los clientes vamos a sacar el dinero al banco el mismo día, éste no podría hacer frente a la demanda y se vería obligado a cerrar. Si esto se repitiera masivamente el efecto dominó propiciaría la caída del sistema financiero mundial. No sé dónde nos quiere llevar este futbolista y sus secuaces, pero se me antoja que no puede salir nada bueno de este embrollo. En cualquier caso está claro que nuestros depósitos bancarios están prestados a terceros (o incluso a nosotros mismos) en forma de créditos, hipotecas y demás. Cuando un banco cae, sus activos solo pueden hacer frente a un pequeño porcentaje de sus deudas. El dinero en los bancos necesita movimiento. Como los platos chinos que mientras les demos cuerda se mantendrán en el aire, pero si los paramos caen estrepitosamente a destrozarse contra el suelo.
En cualquier caso, la solución para Irlanda, como para Grecia, ha sido la combinación de políticas de ajuste y recortes unido a la inyección de una ingente cantidad de euros por parte de la UE. Todo hubiera sido más fácil sin su pertenencia al euro. La solución más sencilla hubiera consistido en devaluar la moneda nacional. En tiempos de Solchaga, como ministro de economía, ya se devaluó la peseta en varias ocasiones, consiguiendo una mejora competitiva. Lo que producimos es más barato frente al exterior. Se exporta más, se reactiva la actividad económica y por lo tanto, el estado recauda más. Además con la ayuda de la inflación la deuda se va haciendo cada vez más pequeña. Es la salida del que no quiere hacer los deberes, del que no quiere complicarse la vida haciendo los ajustes y reformas necesarias. En cualquier caso, esta opción no la tenemos ahora y hay quien aboga por reducir los salarios un 15% para ganar cuota en los mercados exteriores.

¿Y si la que se sale del euro es Alemania? Esperemos que no decidan saltar del barco y nos dejen a la deriva. ¿Hasta cuándo van a estar dándole a la máquina de hacer billetes? ¿Qué consecuencias acarreará tales magnitudes de masa monetaria? El enfermo grave, que es la economía occidental hoy, necesita transfusiones para poder sobrevivir. Las transfusiones son la expansión monetaria que estamos viviendo. Los que mandan han decidido que es mejor meter más dinero en el mercado que operar y atajar lo que está dañado. El enfermo está tan mal que tendrían que extirpar partes vitales incompatibles con la vida. La caída de Lehman Brothers asustó tanto a los que mandan que no se han atrevido a dejar caer otras compañías por el alto riesgo de contagio al sistema. Han decidido dejar a la economía en un coma inducido, para que sufra lo menos posible.

Hay muchos problemas sin resolver y la única receta contundente que aplican es inundar el mundo de más dinero. Dinero "falso" porque no está respaldado por nada. El patrón oro era un sistema monetario por el cuál la impresión de dinero estaba respaldada por reservas de oro. Funcionó desde Waterloo hasta la Primera Guerra Mundial. El valor del oro sustentaba las emisiones de billetes. En 1971 el presidente Nixon sustrajo al dólar del patrón oro. Al liberarse los bancos centrales de la rigidez marcada por sus tenencias áureas, la expansión monetaria y, como consecuencia, la inflación estaban cantadas. Esta inflación está provocada por una devaluación del valor de la moneda. Cada vez se puede comprar menos con el mismo dinero. Entonces, ¿cuál es el valor real de los billetes que tenemos en el bolsillo? A largo plazo tiende a cero. Algunos economistas quieren que se vuelva al patrón oro. Pero ¿cómo hacerlo? Sacar la pasta del dentífrico es muy fácil, lo complicado es volver a meterla. Y más en la situación actual en la que no queda pasta dentro. De esta crisis saldremos, más tarde que temprano. La crisis inmobiliaria y de deuda japonesa de los años ochenta tuvo paralelismos con esta nuestra. En su caso, el precio de la vivienda tardó catorce años en volver a subir. Y el PIB japonés necesitó diecisiete años en cambiar los números rojos por los azules. Ahora firmaba yo que nosotros nos recuperáramos en la mitad de tiempo.