domingo, 20 de marzo de 2011

A vueltas con el Decrecimiento (Publicado en el Diario)

Me dispongo a contra argumentar algunas críticas a mi artículo sobre el Decrecimiento Económico, expuestas por mi exprofesor de Historia de la Economía D. Alejandro Arizkun Cela. Afirmaba que “el incremento de la productividad se ha apoyado en aumentos espectaculares de la energía utilizada” La productividad se ha visto favorecida por energía abundante y barata, pero si el crecimiento dependiera exclusivamente de este factor, países como Rusia, Venezuela o los Árabes serían el mayor exponente de crecimiento mundial. La economía crece, básicamente, por tres efectos: Porque los trabajadores tienen más capital (máquinas, instrumentos, etc.) con los que trabajar. En segundo lugar porque tienen una mayor formación que los hace más productivos. Y el tercer elemento es el progreso tecnológico (Bill Gates y compañía). No soy ajeno a la preocupación por la contaminación de nuestro planeta. Los fracasos del mercado deben ser corregidos por el Estado. La polución es uno de ellos. Como las ganancias de contaminar se las queda el empresario y la contaminación nos la repartimos entre todos, hay demasiados incentivos para contaminar. Las fábricas que contaminan deben ser desincentivadas mediante impuestos para que abandonen la tecnología antigua. El gravamen debe compensar el mal hecho y además debe alentar al empresario a cambiar la tecnología contaminante por otra limpia.
En mi anterior artículo no dije que quisiera que mis hijos fueran ricos (cosa que no me importaría). Lo que afirmaba es que, con las políticas de decrecimiento es seguro que ellos y mis nietos serán pobres. Y claro, los pobres no tienen la libertad de elegir qué quieren hacer con sus vidas. Bastante tienen con sobrevivir. Los pobres carecen de libertad de elección.
En Azagra, mi pueblo, estarían encantados de que se prohibiera la circulación de tomates (por cierto, son una maravilla). De esa forma tendrían, junto con otros pueblos productores, el monopolio de la venta de tan preciado manjar. La pega la tendrían los consumidores, pues el descenso de competencia en el mercado de tomates provocaría una subida, inmediata, de los precios del encarnado manjar. Si el transporte de tomates contamina, que le pongan un impuesto al emponzoñador. Si los tomateros viven protegidos por el estado, el cuál frena la competencia, no tendrán incentivos para cambiar nada, y serán más ineficientes que si tienen competencia. Además, cerrar el primer mundo a los tomates del tercer mundo (u otras mercancías sencillas como la textil) hace que los condenemos a la miseria. Si les contamos a los tomateros africanos las teorías del decrecimiento nos dirán que vayamos a predicar al desierto del Sahara. En los años sesenta hablar de pobreza era sinónimo de hablar de Asia. La introducción de economías de mercado y la iniciativa privada en países como China, India, Corea del Sur, Tailandia, Malasia, etc. ha provocado uno de los mayores progresos económicos y sociales de la humanidad. Solo en China más de 400 millones de personas han superado el umbral de pobreza durante este periodo.
Sobre las diferencias de renta: tengo que decirle que no soy envidioso de los bienes de mis vecinos. Cuanto más tengan, mejor para ellos.
Aboga por la felicidad de tener más tiempo libre o incluso dedicarse a no hacer nada. “Dolce far niente”, dicen los italianos. Podemos traducirlo como “dulce ociosidad”. Esta bella frase italiana se torna extremadamente amarga para los parados que necesitan que nuestra economía crezca por encima del 3% para que se genere empleo. Porque ya me dirá cómo va a solucionar el paro la teoría del decrecimiento. ¿Qué salida les queda?, ¿Emigrar? Desde el confort que da una plaza de funcionario es fácil caer en la tentación de filosofar sobre un sistema, como el decrecimiento económico, que no se ha implantado en ningún país civilizado.
Me ha gustado la cita del economista británico Kenneth Boulding, yo aporto otra de D. Xavier Sala i Martín, catedrático de Economía de la Universidad de Columbia “Averiguar qué es lo que permite que un país crezca, salga de la pobreza y sea rico es la cuestión más importante del mundo, porque afecta a las vidas y bienestar de miles de millones de seres humanos”.

Carlos Medrano Sola es Licenciado en Economía
http://economiapoliticaymas.blogspot.com

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