domingo, 12 de mayo de 2013

Repartiendo un bien escaso (Publicado en Diario de Navarra el 11 de mayo de 2013)


¿A quién beneficia el reparto del trabajo? Primero al que esté más cerca de la puerta para ser despedido. Al empresario le viene bien mantener la plantilla pues; si un día es necesario volver a producir a tope por una entrada de un pedido importante, podrá ampliar jornada a sus trabajadores para hacerle frente. Si los ha despedido y ya no están disponibles, tendrá que contratar nuevos y esperar a formarles.  También beneficia a la conciliación familiar. Las maratonianas jornadas laborales de este país y el cumplir horarios a rajatabla son males endémicos. Conceptos mecanicistas que vienen de la Revolución Industrial.  En esos tiempos se trataba de optimizar el funcionamiento de las máquinas poniéndolas a funcionar sin solución de continuidad. Hace pocos años, yo tenía un jefe que solía venir quince minutos después de la hora de salida por mi departamento y me abroncaba porque la mayoría de mi equipo se había ido a casa. El presentismo es desmotivador e ineficiente. Más trabajo por objetivos y menos horarios.
Sin entrar en consideraciones psicológicas por estar en activo y no en la fila del INEM. Lo cierto es que el panorama para el parado medio es más duro que para el que trabaja media jornada. Aunque los dos estén buscando otro empleo. En ese caso, también tendrá más éxito el trabajador en activo para un posible nuevo empleo. El trabajo confiere a las personas autonomía, sentimiento de pertenencia y participación en la vida social. El paro genera una sociedad dual en la que unos trabajan para otros pero sólo aquellos se ganan la vida.
 ¿Y a quién perjudica? Principalmente a los que no tienen riesgo de ser despedidos. Si tenemos el puesto asegurado, no nos conviene ninguna merma. ¿Por qué van a renunciar a sus derechos? Como es lógico tratan de defenderlos. Son humanos y como tales responden a incentivos.
En mi experiencia como consultor me toca trabajar con Pymes con grandes dificultades para seguir adelante. En los planes de reflotamiento lo primero que hacemos es reducir drásticamente el sueldo de los directivos de la empresa. Por necesidad y por dar ejemplo. Después toca hablar con los trabajadores y, aunque de primeras ven bien el reparto del trabajo, a la postre no se consigue por negativa sindical, por el alto endeudamiento de los trabajadores (la hipoteca pesa mucho) y por los casos en los que están cerca de la jubilación. En todos los casos que conozco, y son varios, la historia termina con despidos. Y no me parece la mejor solución posible.  ¿Estaban dispuestos a renunciar a parte de ese sueldo a cambio de mantener el puesto de trabajo? Sí, siempre que no fuera excesivo e indefinido.
Por el contrario, los que tienen un contrato blindado prefieren defenderlo. Mejor que le despidan al nuevo y me quedo yo como estoy. Lo malo es que (y al paso que vamos no parece descabellado) los que tenían el contrato blindado lleguen a verse los primeros en la línea de salida. En ese lado de la balanza veríamos más de una conversión.
En cuanto a los datos, Navarra con el 16%, es la segunda comunidad con más empleo parcial por detrás de Valencia. España ronda el 12%, pero Alemania y el Reino Unido con el 26%, y más aún  Holanda con el 48%, nos superan con creces. Países éstos donde el paro es del 5% en Alemania, 6% en Holanda u 8% en el Reino Unido, y donde se trabaja muchas menos horas que aquí por trabajador. El reparto del trabajo no es la solución al paro estructural, pero ayuda a compartir un bien que cada vez escasea más.

Carlos Medrano Sola
Licenciado en Economía
Economispoliticaymas/blogspot.com

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