viernes, 18 de marzo de 2011

Emprendedores y Crecimiento Económico II. Educación

“La educación es la fabricación de ecos controlada por el Estado” Norman Douglas.

Me encanta la historia. Ahora bien, no me he aburrido más en mi vida que en las clases de historia del instituto. Eran horribles. Durante 55 minutos escuchabamos la voz ténue y débil de Doña Inés. Asomaba su diminuta cabeza sentada en la silla de su mesa o directamente sobre ésta (los días que quería innovar). Con la chaqueta sobre los hombros, dictaba de carrerilla la lección del día. Consegui aprobar por los pelos y me gané varias reprimendas suyas, y con razón, porque era incapaz de estar quieto. No quiero centrarme en mi querida Doña Inés porque no era la única, ni era culpa suya, un sistema creado hace cientos de años por el imperio Prusiano.

A mi admirado Adam Smith no le gustaba nada los “profesores públicos”. Éstos eran los que cobraban su sueldo independientemente del número de alumnos que acudían a sus clases o del entusiasmo que provocaran en el alumnado. Estos profesores al estar desprovistos de cualquier incentivo se esforzaban y trabajaban poco. El propio Smith fue remunerado por el número de alumnos que acudían a sus clases cuando era profesor en Glasgow. En algunas Escuelas de Negocios los alumnos examinan al profesor. Si éste obtiene una mala calificacción, es sometido a un programa de entrenamiento intensivo o es despedido. La enseñanza es demasiado importante y debe ser liderada por los mejores.

Invertimos menos que otros países de nuestro entorno (4,3% frente al 5,3% de media de la UE) y tenemos una enseñanza de menor calidad. Competir con China o India se va a hacer cada vez más difícil, ya que estos países están mejorando a marchas forzadas su sistema educativo. No sólo competirán en salarios bajos, sino que también lo harán en tecnología mejor que nosotros. España es uno de los países de la UE con mayor tasa de fracaso escolar (un 31% de los estudiantes abandonan la educación secundaria post obligatoria frente al 15% de la UE). Nuestro sistema educativo es igualitarista en la mediocridad. No se busca la excelencia porque no existe incentivos adecuados para ello. Los niños y jóvenes no tienen caminos para desarrollar su máximo potencial. Se les mide por su inteligencia verbolingüistica. Los niños que tienen otro tipo de inteligencia son relegados y salen de la escuela creyendo que son tontos. Pero obtener las mejores notas no garantiza el éxito en la vida “real”. Como tampoco es cierto que el mal estudiante vaya a ser un fracasado de adulto. Es la constación de que hay que cambiar el sistema. Partiendo de un mínimo común denominador de educación básica, a los estudiantes hay que facilitarles que estudien lo que les interesa. Ésa es la clave para que tengan éxito y alcancen la excelencia.

Se evidencia en el informe PISA que tenemos una distribución bimodal del rendimiento académico, donde los buenos estudiantes son mejores que las generaciones previas pero los malos estudiantes son mucho peores. Según el profesor Juan José Dolado, profesor de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid: “Nos olvidamos de temas de mayor calado como son (i) la recuperación de la cultura del esfuerzo mediante incentivos adecuados, (ii) la existencia de los controles centralizados (sería muy conveniente recuperar la antigua reválida a los 14 años abolida en 1970), (iii) la insuficiente oferta de “pasarelas” de acceso a la formación profesional al acabar la primaria (la ratio de alumnos en FP y universidad es 1:2.5 en España, frente a 1:1 en la UE), (iv) el reforzamiento del aprendizaje de los idiomas extranjeros (todavía un 55% de la población española no habla ninguno), (v) la financiación generosa de grupos de apoyo para los alumnos desaventajados, (vi) el uso de tecnologías modernas en la transmisión de conocimiento (solo en el 8% del tiempo en clase se utilizan las TICs, aunque se espera mejore con el nuevo plan escuela 2.0), en combinación con el necesario esfuerzo memorístico y el trabajo en casa, y (vii) el reforzamiento de la figura del profesor mediante su formación y reciclaje continuo. En definitiva, se trata de enfatizar el mensaje inequívoco de que la educación no es algo lúdico sino costoso. Éstas son las recetas del éxito en países como Corea o Finlandia, los líderes de PISA. Se trata de extender a la educación pública lo que ya ofrece la privada y concertada, para que compitan en igualdad de oportunidades, eliminando la baja movilidad social que impera en el sistema actual donde la renta familiar (p. ej., la disponibilidad de libros en el hogar) es un indicador preciso de la elección de tipo de colegio.” Un estudiante universitario tiene un coste medio de 7.700 € en una universidad pública y paga una matrícula media de unos 1.000 €. Es decir, que recibe un subsidio anual del contribuyente de 6.700 €. España destina a becas el 0.08% del PIB mientras que la UE destina el 0.25%. El sistema anglosajon se basa en matrículas caras combinado con becas para igualar en oportunidades a las clases menos favorecidas. En España es café para todos. El fracaso escolar es muy elevado. Un 30% abandona la universidad a los dos años sin título alguno. Sólo el 30% acaban una licenciatura en los cuatro años reglados. Además de ser malos datos en sí mismos, suponen un despilfarro de dinero público. Según el profesor Juan José Dolado “Con un flujo de entrada anual de 220 mil alumnos en la universidad pública y un stock de 1,22 millones en 2008, ello implica un desperdicio anual de algo mas de 2.790 millones de euros al año, casi el 0.26% del PIB. Si a este coste añadimos otros 2.050 millones de euros (0.19 % del PIB) procedentes del otro 30% de abandono escolar en la ESO (cuyo gasto anual por alumno en el sistema público es de € 4.500) y que un 35% de este colectivo acaba dicha etapa educativa en 5 años y no en la duración habitual de 4 años, la pérdida anual agregada se eleva a 5.562 millones de euros, es decir, cada año puede llegar a desperdiciarse algo mas de medio punto porcentual del PIB a consecuencia de la ineficiencia del sistema educativo público en nuestro país (un 12% del 4.3% del PIB que se gasta en educación).” Y sus propuestas “La necesaria reforma de nuestra universidad requiere la implantación urgente de un conjunto de medidas , entre las que destacaría las siguientes: (i) una mayor libertad por parte de las universidades públicas en la fijación de tasas ordinarias de matrícula y en la penalización del coste de las tasas extraordinarias para los alumnos repetidores; (ii) una mayor flexibilidad en la duración de los grados (como ocurre con las licenciaturas, donde, durante bastante tiempo, han venido coexistiendo las de 4 y 5 años); (iii) un sistema salarial mucho mas flexible dentro de los límites presupuestarios (con fondos públicos y privados) de cada institución evitando la excesiva uniformidad por categoría profesional (TU y CU) que rige en el modelo funcionarial existente. ; (iv) una financiación pública que de mucho más peso a la calidad y no tanto a la cantidad mediante la evaluación periódica de los departamentos universitarios en cada disciplina (tipo Research Assessment Exercise en RU); (v) un estatuto de la carrera profesional del personal académico (PDI) que fomente la movilidad y el control de calidad del mismo (con amplios períodos de prueba o tenure track), evitando la endogamia existente y los desincentivos derivados de la funcionarización masiva y prematura de una significativa proporción de sus integrantes; (vi) la apertura de nuestro sistema universitario a investigadores procedentes de otros países (sólo el 0.5% de nuestros profesores universitarios son extranjeros frente al 30% en EEUU y el 25% en RU); y (vii) una potenciación de la financiación y reconocimiento social de la FP superior como vía de acceso mucho mas eficiente al mercado laboral para muchos alumnos que fracasan en la universidad. La reciente reforma de la educación superior en Finlandia (la medalla de oro en PISA) que elimina la condición de funcionarios a PDIs retroactivamente a partir de enero de 2010, reduce el número de universidades mediante fusiones entre las ahora existentes y cambia radicalmente el sistema de gobernanza de las universidades públicas puede suponer un buen benchmark para la necesaria reforma de nuestro sistema universitario. Se argumentará que una reforma de este calado no es posible en nuestro entorno pero cabe recordar que hace dos décadas se eliminó la naturaleza funcionarial de los médicos de la Seguridad Social, pasando a tener contratos laborales ordinarios, y no parece que el sistema público de salud se haya resentido un ápice”

Nuestro sistema educativo proviene de Prusia. El propósito del sistema prusiano era crear soldados y empleados. Los primeros para extender y mantener el imperio. Los segundos para incorporarse a las fábricas como mano de obra. Así pues, los que primaba era hacer moldes iguales fáciles de gestionar en gran número. No quiero que se me malinterprete, no hago una crítica a ser soldado o empleado. Toda sociedad necesita soldados y empleados. Lo que cuestiono es el sistema educativo que nos hace salir a todos fabricados por el mismo patrón, en busca de un empleo y reaccionando como buenos soldaditos. Nos encontramos en la era de la información. Debemos ambicionar algo más que tener las aptitudes y actitudes que buscan los empleadores. Cuando salí de la universidad comprendí el viejo adagio cartesiano “solo sé que no se nada” y que la educación continuaría mucho tiempo después de abandonar las clases.


Carlos Medrano Sola es Licenciado en Economía y Emprendedor
http://economiapoliticaymas.blogspot.com

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