domingo, 26 de junio de 2011

Todos a la cárcel

“Evidentemente todas las personas han hecho algo para que el país esté mal. Si todas las personas hubieran hecho otra cosa quizás no estaríamos en esta crisis. Pero, claro, esto, te vas... a la acampada de Sol y dices: 'La culpa es vuestra' y de ahí sales mal.” Pau García-Milà, joven y exitoso emprendedor de 23 años, pronunció la frase precedente en el último congreso Red Innova. Fue duramente criticado en las redes sociales por afirmar esta y otras perlas como "España es el país de la queja" o por su propuesta "Si uno de cada diez de los despedidos montaran su empresa y de esos acabara triunfando un 10%, a la larga se resolverían muchos de los problemas”. No deja de ser cierto que a nadie le han obligado con una pistola a contratar una hipoteca o a comprar un segundo piso para especular con él. Somos adultos y por ello, debemos ser responsables de nuestros actos. No vale equivocarse y mirar hacia arriba para echar la culpa a “los que mandan”. Equivocarse es humano y echarles la culpa a los demás es más humano todavía. El ex presidente de Islandia Geir H. Haarde es el primer mandatario que se ha puesto delante de un tribunal de justicia para defender su inocencia. Pretenden hacerle responsable, a conciencia o por negligencia grave, de la gestión ante la crisis financiera. Haarde está acusado de no haber informado de los problemas de los tres mayores bancos de su país. Estos estaban asumiendo riesgos muy peligrosos que condujeron, con la explosión de la burbuja inmobiliaria, a la quiebra del sistema financiero islandés y por extensión de importantes bancos holandeses y británicos que invertían en la pequeña isla volcánica. Ante las reclamaciones holandesas e inglesas, el gobierno islandés decidió asumir la deuda como suya, es decir, que la quiebra de los bancos islandeses la fueran a pagar los contribuyentes (vamos, los de siempre). Los ciudadanos se negaron, en dos referéndums, a pagar una deuda que suponía un tercio del PIB. El gobierno cayó y el nuevo ejecutivo ha abierto una investigación. ¿Es suficiente castigo que pierda las elecciones? o ¿Debe un mandatario responder personalmente ante los tribunales?¿Y sus asesores?¿Y qué hay de la responsabilidad subsidiaria de su partido? La pequeña Islandia va a vivir el experimento inédito de juzgar a un ex presidente por su mala gestión. Pero la lejana isla no está tan distante como parece. No hace mucho nos llegaban sus nubes volcánicas y colapsaban el espacio aéreo europeo. ¿Llegarán también los nubarrones justicieros a reclamar a nuestros gobernantes?

Aquí, unos culpan al gobierno y éste se defiende alegando que el problema venía de atrás y de allende los mares. Ambos tienen parte de razón, pero si vamos mirando culpables pretéritos llegaremos hasta el pecado original. Pero, ¿Quién es el responsable de la crisis actual? ¿Ha habido negligencia constitutiva de delito? Hace unos días Miguel Ángel Fernández Ordóñez, presidente del Banco de España, alegaba que ellos advirtieron, tempranamente, del peligro de nuestra burbuja inmobiliaria al gobierno. Pero ¿Y cuál es su responsabilidad como máximo ejecutivo de la inspección financiera de nuestros bancos y cajas? Si es cierto que vio el peligro, ¿Por qué no intervino antes? La autocrítica brilla por su ausencia. Es lógico, nadie quiere colgar con el sambenito. Como la célebre película de Berlanga, deberían acabar todos en la cárcel. Hombre, todos es mucha gente, pero ¡Nadie¡ En todo el mundo solo ha tenido repercusión mediática el caso del estafador Bernie Madoff. Está claro que la mayoría se van a ir de rositas. Son muchos más los directivos que han salido escandalosamente remunerados en un finiquito multimillonario que los que han visto sus huesos en la cárcel. Algún caso de mala gestión no se ha resuelto ni con el despido, y los errados ejecutivos se han transmutado en los salvadores del desaguisado. Un sistema que no hace pagar las consecuencias a los que han obrado mal es injusto por naturaleza. Es algo básico que los que lo hacen mal deben caer, pagar las consecuencias y dejar paso a los que lo han hecho bien. Un orden en el que no haya consecuencias a los actos es perverso en sí mismo y genera indignados en masa. La cuestión que hay que delimitar es la línea que separa la responsabilidad penal de la personal y de eso se encargan los jueces, si les dejan.


Carlos Medrano Sola
http://economiapoliticaymas.blogspot.com/




No hay comentarios:

Publicar un comentario