domingo, 15 de diciembre de 2013

Iglesia y economía


"Hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la desigualdad. Esa economía mata", escribió el Sumo Pontífice en su primera exhortación apostólica 'Evangelii Gaudium'  Que este sistema no funciona está claro. La cuestión es encontrar la solución. Mucha ha sido la influencia de la iglesia en la economía. Las 7 plagas de Egipto, exhortación al ahorro en los tiempos de bonanza. “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja,  que un rico entre en el Reino de los Cielos” que nos recuerda que hay hombres tan pobres que solo tienen dinero.  El propi o Jesús de Nazaret cuando los saduceos instigaron sobre si debían pagar impuestos al César y Él respondió “¿Qué cara sale en la moneda?”. “La del César”, contestaron. “Pues dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Y muchos más ejemplos.
Debemos recordar que “Doctores tiene la Santa Madre Iglesia”. Y aquí voy a reivindicar a las primeras figuras mundiales de la ciencia económica, que fueron los escolásticos de la Escuela de Salamanca. Religiosos españoles, seguidores de Santo Tomás de Aquino, a los que se les puede llamar con fundamento primeros teóricos de la economía moderna. Figuras eclipsadas injustamente por otros hombres más mediáticos como el posterior Adam Smith, al cual le hubiera venido muy bien releer las obras de nuestros insignes compatriotas. Empezaré por el navarro Martín de Azpilcueta y dos de sus aportaciones. La primera fue explicar que las cosas tienen más valor ahora que en el futuro. Lo que permitió el encaje social del prestamista como figura imprescindible para adelantar el dinero necesario al mercader para que pudiera partir de viaje a comprar su mercancía y venderla a la vuelta. Hasta entonces era pecado comerciar con el préstamo con intereses, pues se negociaba con el tiempo. Y el tiempo es de Dios. Por eso, los primeros financieros fueron judíos. Ha querido el destino que su calle en Pamplona esté repleta de mercaderes.  Otra gran aportación de Martín Azpilicueta, la que más tiene que ver con nuestra actualidad, fue la primera interpretación de la Teoría Cuantitativa del Dinero. Estudió con detalle, y aplicada a los hechos económicos que le tocó vivir, la entrada masiva del oro de las Indias. El navarro señaló que el dinero era menos valioso en España que en Francia porque aquí había más. Lo que hoy llamamos inflación. Y alertó de las causas perniciosas de tal entrada de capitales, las cuáles duplicaron la masa monetaria en un siglo. Con la consiguiente pérdida de valor de la moneda y por ende del país. ¿Qué pensaría hoy si le dijéramos que los bancos centrales han duplicado la masa monetaria en 7 años? Este tsunami monetario dicen que se ha creado para generar empleo. A la vista están sus resultados. Sin embargo, sí que ha beneficiado a la banca reduciendo el coste de sanear sus balances. A los estados que refinancian barato sus enormes deudas. Y a las bolsas, a donde va este dinero abundante a colocarse, provocando un incremento artificial en las valoraciones de las empresas y que llegue dinero fácil a activos de alto riesgo. Este soufflé monetario está creando una falsa percepción de riqueza. Algunos lo llaman represión financiera.  
Y por último, terminaré con el padre Juan de Mariana.  El escolástico criticó al Duque de Lerma en su obra “Monetae mutatione” por quitar la poca plata del Maravedí y sustituirla por cobre. Esta estafa, apañada por el estado, provocó un incremento tremendo de la oferta monetaria y por ende de los precios. Juan de Mariana contestó “La solución es equilibrar el presupuesto y sobre todo que la familia real (es decir, el estado) gaste menos. Porque lo moderado, gastado con orden, luce más y representa mayor majestad que lo superfluo sin él. Y además, que el rey nuestro señor acorte sus mercedes y dádivas (subvenciones). Que no premie de manera tan generosa los servicios reales o supuesto de vasallos, concediéndoles pensiones vitalicias, pues no hay en el mundo un reino que tenga tantos premios públicos, encomiendas, pensiones, beneficios y oficios como tiene el nuestro. Con distribuirlos bien y con orden se podría ahorrar de tocar tanto en la hacienda real y los arbitrios”.

Carlos Medrano Sola es Licenciado en Economía
economiapoliticaymas/blogspot.com


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