"Hoy tenemos que
decir no a una economía de la exclusión y la desigualdad. Esa economía mata",
escribió el Sumo Pontífice en su primera exhortación apostólica 'Evangelii
Gaudium' Que este sistema no funciona está claro. La cuestión es
encontrar la solución. Mucha ha sido la influencia de la iglesia en la
economía. Las 7 plagas de Egipto, exhortación al ahorro en los tiempos de
bonanza. “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”
que nos recuerda que hay hombres tan pobres que solo tienen dinero. El propi o Jesús de Nazaret cuando los
saduceos instigaron sobre si debían pagar impuestos al César y Él respondió “¿Qué cara sale en la moneda?”. “La del César”, contestaron. “Pues dadle
al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Y muchos más
ejemplos.
Debemos recordar que “Doctores tiene la Santa Madre
Iglesia”. Y aquí voy a reivindicar a las primeras figuras mundiales de la
ciencia económica, que fueron los escolásticos de la Escuela de Salamanca.
Religiosos españoles, seguidores de Santo Tomás de Aquino, a los que se les
puede llamar con fundamento primeros teóricos de la economía moderna. Figuras
eclipsadas injustamente por otros hombres más mediáticos como el posterior Adam
Smith, al cual le hubiera venido muy bien releer las obras de nuestros insignes
compatriotas. Empezaré por el navarro Martín de Azpilcueta y dos de sus
aportaciones. La primera fue explicar que las cosas tienen más valor ahora que
en el futuro. Lo que permitió el encaje social del prestamista como figura
imprescindible para adelantar el dinero necesario al mercader para que pudiera
partir de viaje a comprar su mercancía y venderla a la vuelta. Hasta entonces
era pecado comerciar con el préstamo con intereses, pues se negociaba con el
tiempo. Y el tiempo es de Dios. Por eso, los primeros financieros fueron
judíos. Ha querido el destino que su calle en Pamplona esté repleta de mercaderes.
Otra gran aportación de Martín
Azpilicueta, la que más tiene que ver con nuestra actualidad, fue la primera
interpretación de la Teoría Cuantitativa del Dinero. Estudió con detalle, y
aplicada a los hechos económicos que le tocó vivir, la entrada masiva del oro
de las Indias. El navarro señaló que el dinero era menos valioso en España que
en Francia porque aquí había más. Lo que hoy llamamos inflación. Y alertó de
las causas perniciosas de tal entrada de capitales, las cuáles duplicaron la
masa monetaria en un siglo. Con la consiguiente pérdida de valor de la moneda y
por ende del país. ¿Qué pensaría hoy si le dijéramos que los bancos centrales
han duplicado la masa monetaria en 7 años? Este tsunami monetario dicen que se
ha creado para generar empleo. A la vista están sus resultados. Sin embargo, sí
que ha beneficiado a la banca reduciendo el coste de sanear sus balances. A los
estados que refinancian barato sus enormes deudas. Y a las bolsas, a donde va
este dinero abundante a colocarse, provocando un incremento artificial en las
valoraciones de las empresas y que llegue dinero fácil a activos de alto riesgo.
Este soufflé monetario está creando una falsa percepción de riqueza. Algunos lo
llaman represión financiera.
Y por último, terminaré con el padre Juan de Mariana. El escolástico criticó al Duque de Lerma en su
obra “Monetae mutatione” por quitar la poca plata del Maravedí y sustituirla
por cobre. Esta estafa, apañada por el estado, provocó un incremento tremendo
de la oferta monetaria y por ende de los precios. Juan de Mariana contestó “La solución es equilibrar el presupuesto y
sobre todo que la familia real (es decir, el estado) gaste menos. Porque lo
moderado, gastado con orden, luce más y representa mayor majestad que lo
superfluo sin él. Y además, que el rey nuestro señor acorte sus mercedes y
dádivas (subvenciones). Que no premie de manera tan generosa los servicios
reales o supuesto de vasallos, concediéndoles pensiones vitalicias, pues no hay
en el mundo un reino que tenga tantos premios públicos, encomiendas, pensiones,
beneficios y oficios como tiene el nuestro. Con distribuirlos bien y con orden
se podría ahorrar de tocar tanto en la hacienda real y los arbitrios”.
Carlos Medrano Sola es Licenciado en Economía
economiapoliticaymas/blogspot.com