“Esos
comerciantes que ustedes conocen son tan víctimas del capital, de los
capitalistas, que especulan y roban como nosotros” dijo Nicolás Maduro,
presidente venezolano. Aquí el video http://goo.gl/B3Aknd
Esto no dejaría de ser más que una anécdota jocosa, como cuando dijo lo de que
“Jesucristo multiplicaba los penes y los peces,…”, si no fuera porque es
verdad. La frase inicial fue consecuencia de las expropiaciones masivas en
tiendas de electrodomésticos acusadas de elevar artificialmente los precios. En
Youtube se puede ver un video de un noticiario (http://goo.gl/JTBm5l)
en el que un empresario llora desconsoladamente porque el ejército le confisca
su tienda. En el video se le ve llorar delante de trabajadores, militares y
familiares. Clama desesperado “Yo os respeto a todos pero ¡Cómo voy a vender a
6 lo que me ha costado 60.000 bolívares (moneda venezolana)¡ para eso mejor que
se lo queden todo (…)”. Sus hijas le abrazan tratando de calmarle y los
soldados miran incrédulos pero cumplen con sus órdenes. Maduro, que también
habrá visto el video, ha tratado de evadir responsabilidades acusando al
capitalismo atroz y ladrón, pero su subconsciente le ha traicionado.
Esta
vorágine intervencionista comenzó a fraguarse en septiembre, cuando el gobierno
confiscó una fábrica de papel higiénico por interés nacional. Acusó a la
oposición de sabotear la producción y a los pérfidos especuladores de estar
acaparando rollos de papel higiénico para negociar con ellos. Probablemente,
hay otras causas más factibles: Primero, las empresas no pueden comprar
materias primas porque las acapara el gobierno. Segundo, el gobierno estableció
un precio máximo a los bienes de primera necesidad. Tercero, ha devaluado la
moneda varias veces y mantiene un tipo de cambio fijo de 6 bolívares por dólar,
cuando en la calle lo cambian a 60. Con estos mimbres la fábrica de papel
higiénico apenas consigue divisas para poder importar celulosa, su materia
prima (no la hay en el país). Cuando consigue comprar, el estado le fija un
cambio irreal a su moneda, con lo que el exportador le pide dólares (y no ese
papel llamado bolívar); luego compra caro. Además, con una inflación del 50% tiene
que ajustar el resto de insumos como la mano de obra. Todo ello le lleva a
producir más caro todavía. Y cuando tiene el producto preparado para la venta,
llega el gobierno y le impone un precio máximo. Consecuencia, pierde dinero. Si
cuanto más fabrica más pierde, la solución es fabricar menos hasta llegar a no
fabricar nada y largarse de allí lo más rápido posible antes de que le
nacionalicen. El tendero compra los electrodomésticos fuera del país y claro,
tiene que soltar 60.000 bolívares para aprovisionar la tienda. Necesita ganar
dinero para pagar sueldos y gastos. Y un beneficio que compense el riesgo que
asume al exponer su patrimonio como empresario. Sin contar que un día le pueden
confiscar todo. Conclusión; solo queda emigrar.
Las
verdaderas víctimas son el pueblo venezolano. Ellos tendrán que sufrir las
consecuencias de un régimen que lleva años dilapidando su riqueza petrolífera.
Venezuela tenía que haber aprovechado que el precio del crudo se ha
cuadruplicado para desarrollar al país. Por el contrario cada vez es más pobre.
En 2013 la renta per cápita ha caído un 22% respecto a 2012. Tampoco ha
conseguido erradicar la pobreza ya que en estos años de crecimiento económico en
Latinoamérica solo la ha reducido el 0.7% de la población (entre 2006 y 2011).
Otros países sin petróleo pero más abiertos a la economía de mercado, como
Colombia o Perú, han sacado de la pobreza al 8% y al 16,7% de la población,
respectivamente. Entre Hugo Chávez y su heredero han repartido miseria para
todos. Bueno, no para todos, la élite se pasea en flamantes deportivos por las
avenidas de Caracas. El mismo líder supremo, Hugo Chávez, al morir ha dejado
una enorme fortuna que se disputan entre sus hijos y mujeres. La élite dirigente
sí que ha mejorado sustancialmente su economía, a costa de arruinar al país.
Carlos
Medrano Sola
Licenciado
en Economía
economiapoliticaymas/blogspot.com
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