¿A quién beneficia el reparto del trabajo? Primero al que
esté más cerca de la puerta para ser despedido. Al empresario le viene bien
mantener la plantilla pues; si un día es necesario volver a producir a tope por
una entrada de un pedido importante, podrá ampliar jornada a sus trabajadores
para hacerle frente. Si los ha despedido y ya no están disponibles, tendrá que
contratar nuevos y esperar a formarles. También
beneficia a la conciliación familiar. Las maratonianas jornadas laborales de este
país y el cumplir horarios a rajatabla son males endémicos. Conceptos
mecanicistas que vienen de la Revolución Industrial. En esos tiempos se trataba de optimizar el
funcionamiento de las máquinas poniéndolas a funcionar sin solución de continuidad.
Hace pocos años, yo tenía un jefe que solía venir quince minutos después de la
hora de salida por mi departamento y me abroncaba porque la mayoría de mi
equipo se había ido a casa. El presentismo es desmotivador e ineficiente. Más
trabajo por objetivos y menos horarios.
Sin entrar en consideraciones psicológicas por estar en
activo y no en la fila del INEM. Lo cierto es que el panorama para el parado
medio es más duro que para el que trabaja media jornada. Aunque los dos estén
buscando otro empleo. En ese caso, también tendrá más éxito el trabajador en
activo para un posible nuevo empleo. El trabajo confiere a las personas
autonomía, sentimiento de pertenencia y participación en la vida social. El
paro genera una sociedad dual en la que unos trabajan para otros pero sólo
aquellos se ganan la vida.
¿Y a quién perjudica?
Principalmente a los que no tienen riesgo de ser despedidos. Si tenemos el
puesto asegurado, no nos conviene ninguna merma. ¿Por qué van a renunciar a sus
derechos? Como es lógico tratan de defenderlos. Son humanos y como tales
responden a incentivos.
En mi experiencia como consultor me toca trabajar con Pymes con
grandes dificultades para seguir adelante. En los planes de reflotamiento lo
primero que hacemos es reducir drásticamente el sueldo de los directivos de la
empresa. Por necesidad y por dar ejemplo. Después toca hablar con los
trabajadores y, aunque de primeras ven bien el reparto del trabajo, a la postre
no se consigue por negativa sindical, por el alto endeudamiento de los trabajadores
(la hipoteca pesa mucho) y por los casos en los que están cerca de la
jubilación. En todos los casos que conozco, y son varios, la historia termina
con despidos. Y no me parece la mejor solución posible. ¿Estaban dispuestos a renunciar a parte de ese
sueldo a cambio de mantener el puesto de trabajo? Sí, siempre que no fuera
excesivo e indefinido.
Por el contrario, los que tienen un contrato blindado
prefieren defenderlo. Mejor que le despidan al nuevo y me quedo yo como estoy.
Lo malo es que (y al paso que vamos no parece descabellado) los que tenían el
contrato blindado lleguen a verse los primeros en la línea de salida. En ese
lado de la balanza veríamos más de una conversión.
En cuanto a los datos, Navarra con el 16%, es la segunda
comunidad con más empleo parcial por detrás de Valencia. España ronda el 12%,
pero Alemania y el Reino Unido con el 26%, y más aún Holanda con el 48%, nos superan con creces.
Países éstos donde el paro es del 5% en Alemania, 6% en Holanda u 8% en el
Reino Unido, y donde se trabaja muchas menos horas que aquí por trabajador. El
reparto del trabajo no es la solución al paro estructural, pero ayuda a
compartir un bien que cada vez escasea más.
Carlos Medrano Sola
Licenciado en Economía
Economispoliticaymas/blogspot.com
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