Érase una vez un pueblo en el que
no había confianza entre sus vecinos, pues todos se debían algo entre sí. Un
día llegó un ruso al hotel. Quiso reservar una habitación y el recepcionista le
pidió 100 € de fianza. En cuanto le pagó el ruso, el dueño del hotel pasó a la
carnicería de al lado a pagar los 100 € que debía. El carnicero cogió ese
dinero y se lo dio al ganadero. Y éste le pagó al vendedor de piensos. A su vez
él cogió los 100 € y pagó los servicios que tenía pendientes con una
prostituta. Ésta fue al hotel a devolverles los 100 € que debía de una
habitación que reservó. Justo cuando el dueño del hotel recibió el dinero bajó
el ruso de la habitación. Le dijo que no quería alojarse, que le devolviera sus
100 € y se marchó. Confianza, se compone de “con” y de “fianza”. Y en este
pueblo todos cobraron y volvieron a tener fianza.
A partir del 2 de abril los
proveedores (nada menos que 177.070) con facturas pendientes podrán acogerse al
Plan de Pago abierto por el gobierno central. Este plan consiste en un préstamo
a diez años que solicitó el gobierno para hacer frente a las deudas de los
ayuntamientos (20.000 millones) y comunidades (15.000 millones). Muchos de
estos proveedores que daban todo por perdido, se han encontrado con una oportunidad
para cobrar. En algunos casos les va a tocar asumir una quita. Tendrán que
renunciar a una parte. Pero mejor algo que nada. La liquidez es a las empresas
como la gasolina a los coches. De nada me sirve tener un Ferrari en el garaje
si no tengo gasolina. Coge el dinero y corre. Este Plan de Pago pretende
solucionar la situación pero no debemos pasar por alto el problema. Políticos y
gestores de ayuntamientos y comunidades son
los causantes de esta ruina. Para evitar
este tipo de desmanes el gobierno ha sacado una nueva ley que castigará
penalmente a los gestores públicos dolosos. No se puede permitir que se oculte
facturas, se gaste a sabiendas de que no hay presupuesto y demás acciones
malintencionadas. Lástima que no hayan dicho nada de castigar a los
incompetentes. Supongo que el castigo se lo llevarán sus administrados por
votarles. En el sector privado no pinta mejor. Aquí no paga nadie. No sirve de nada que los bancos centrales
inyecten dinero a la economía si éste no se mueve. Como decía mi profesor Enrique
Galarza, “El dinero es como el estiércol,
no hay que amontonarlo. Para que haga su función hay que extenderlo”.
La normativa sobre morosidad, de
2010, obliga al sector público a que los pagos deban realizarse como máximo ¡En
30 días!. Para las empresas los plazos se pueden alargar 60 días. La ley no se
cumple y no pasa nada. Los plazos de pago de las grandes empresas son
inaceptables. Se los pasan por el arco del triunfo y lo normal son pagos a 180
días o más. Especialmente en el sector de la construcción. Como pagan un día
fijo del mes, si le presentamos la factura el día después de cobro, nos acaban
de meter otro mes más de retraso. Es una espiral de retrasos en el pago que
convierte a los proveedores en financieros de sus clientes. El proveedor, que sabe
que le va a costar tiempo cobrar, presenta a su banco la factura para que le
adelanten el dinero a cambio de un módico pellizco (o no tan módico a los
precios que está hoy el dinero). Los grandes beneficiarios son las entidades
financieras. Son las que recogen esas facturas y van mordiendo pedacitos más
grandes conforme se alargan los plazos y suben los intereses. Si le sumamos ésto
al incremento de los impagos, a las empresas sólo les llega las migajas, cuando
llegan,… La morosidad está por las nubes. Las empresas contratan seguros de
cobro para controlar el riesgo. Las aseguradoras suelen cubrir el ochenta por
ciento de la factura a cambio del pago de una póliza anual. A más morosidad
seguro más caro. Y hay clientes a los que no cubren estas aseguradoras (o lo
hacen en cantidades mínimas). El dilema es ¿les vendemos o no? Como nadie les
fía, al final no les vendemos. En Azagra dicen que “el que paga descansa pero el que cobra más” ¿vendrá algún ruso, como el del cuento, para
desatascar este círculo de impagos y desconfianza?
Carlos Medrano Sola es Licenciado
en Economía
www.economiapoliticaymas/blogspot.com